El Hatha Yoga y sus beneficios

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Cada vez más el ritmo de vida que llevamos nos empuja a practicar deportes y actividades que nos ayuden a desconectar y reconectar con nuestro cuerpo y nuestra mente. La rutina diaria marcada por el trabajo y los compromisos sociales muchas veces nos deja completamente agotadas, y necesitamos un espacio por y para nosotros mismas. Actualmente, muchas mujeres han encontrado en la práctica del yoga ese ratito de conexión y paz interior. Ese ratito solo para ellas.

Hay algo que diferencia al yoga frente a cualquier otra disciplina deportiva, y es que nos ayuda a fortalecer nuestro cuerpo a la vez que descansamos nuestra mente. Dos factores absolutamente necesarios en la sociedad actual marcada por el sedentarismo y el estrés. Con todo, el tipo de yoga que se ha hecho más popular en occidente y el cual podemos encontrar disponible en la mayoría de los centros deportivos y gimnasios es el Hatha Yoga. Esto se debe a que la práctica del Hatha Yoga tiene grandes beneficios para nuestra salud.

Para las que aún no estéis familiarizadas con este tipo de yoga, en este post vamos a contaros qué es el Hatha Yoga y cuáles son sus beneficios, entre otros datos de interés.

¿Qué es el Hatha Yoga?

La popularidad del Hatha Yoga y sus beneficios ha sido tal que ha llegado a acoplarse como parte otro tipo de entramientos y disciplinas deportivas para el calentamiento y/o los estiramientos. Pero ¿en qué consiste realmente el Hatha Yoga? Se ha establecido el Hatha Yoga como el tipo de yoga que ha servido de base para todos los demás estilos. De este modo, el Hatha Yoga es entendido como el yoga base. Es decir, el Hatha Yoga sienta los fundamentos del yoga y, por lo tanto, eso lo convierte el más adecuado para iniciarnos a practicarlo.

Hay varias interpretaciones del nombre del Hatha Yoga. La primera de ellas describe a esta disciplina como el yoga “solar y lunar”, ya que “Ha” hace referencia al sol y “tha” a la lunar. Sin embargo, hay una segunda interpretación que define al Hatha Yoga como esfuerzo y poder. En cualquier caso, el Hatha Yoga consiste en una combinación de respiración y movimiento a través de diferentes posturas. Mediante ellas se busca encontrar el equilibrio entre la fuerza y la flexibilidad, mientras se aprende a controlar la frecuencia respiratoria y se realiza un acercamiento a la meditación.

El Hatha Yoga, también conocido como “yoga de las posturas”, se puedes dividir en varias etapas:

  • Etapas 1 y 2: las Yamas y las Niyamas. Ambas tienen que ver con el conjunto de fundamentos y reglas éticas por las que se rige el yoga. Se trata de la parte más espiritual de esta disciplina, mientras que las siguientes etapas tienen que ver con la actividad física y los ejercicios respiratorios.
  • Etapa 3: las Asanas. Estas son las posturas.
  • Etapa 4: el Pranayama. Este último consiste en ejercicio relacionados con la respiración, nos ayudarán a dominarla.

En la práctica occidental moderna nos centramos mucho más en las etapas tres y cuatro, es decir, en la parte estrictamente física. Sin embargo, la dimensión del Hatha Yoga y sus beneficios va mucho más allá de esto. Por tanto, puede ser también una herramienta de meditación, autoconocimiento y purificación espiritual.

¿Cómo podemos empezar a practicar el Hatha Yoga?

Desde el primer momento en que alguien se informa un poco antes iniciarse en la práctica del yoga, descubre que el Hatha Yoga es la mejor forma de empezar. Esta disciplina es la más adecuada para principiantes, ya que se caracteriza por un ritmo lento y sencillo fácil de seguir. Así, lograremos podremos familiarizarnos y dominar muy bien las posturas. Y es que, en este tipo de yoga, las posturas se mantienen durante el tiempo suficiente para adaptarnos a ellas, conocerlas al detalle y poder repetirlas sin esfuerzo. De esta manera, el proceso de aprendizaje del Hatha Yoga es agradecido y amable con las yoguis primerizas.

Iniciarnos con el Hatha Yoga nos permitirá ser conscientes de nuestro cuerpo por medio de las posturas (asanas) y prestar una mayor y mejor atención nuestra respiración a través de la práctica del pranayama. Podemos empezar de manera autodidacta, desde casa, apoyándonos en alguna aplicación o tutorial de YouTube. O bien, podemos buscar un gimnasio con clases de yoga, o un centro exclusivamente destinado a esta práctica. Lo cierto es que hay muchas opciones y todas son igual de válidas. Podemos escoger la que mejor se adapte a nuestras necesidades. No obstante, si es nuestro primer contacto con esta actividad, siempre será recomendable tomar clases de forma presencial al menos para empezar a entender los principios más básicos de esta disciplina de la mano de un profesional cualificado. Además, de esta forma podrán corregirnos in situ aquellas posturas o gestos que no estemos haciendo bien y que puedan resultar lesivos para nuestro cuerpo.

¿Qué necesito para empezar?

Ahora, veamos algunos tips y anotaciones que debemos tener en cuenta para iniciarnos realmente en la práctica del Hatha Yoga:

  • ¡Que no se nos olvide la esterilla! Es cierto que el yoga no precisa de mucho material, pero una buena esterilla será fundamental para realizar las posturas y distintos ejercicios.
  • El outfit adecuado nos ayudará a sentirnos cómodas y seguras. Un conjunto de leggings y top que se ajuste a nuestro cuerpo y acompañe nuestros movimientos sin esfuerzo nos aportará confianza. Un ejemplo podría ser el set Flower. Su tejido transforma el calor corporal en rayos infrarrojos que nos ayudan a combatir la celulitis, reducir centímetros y prevenir la aparición de estrías.
  • Constancia y paciencia. No tengamos prisa por hacer las posturas perfectas, ni por ver resultados inmediatos. El yoga es una carrera de fondo, una disciplina que va más allá del deporte, que busca equilibrar y alinear, cuerpo, mente y espíritu. Por eso, perseverar en nuestras sesiones y ser flexibles con nuestra evolución nos ayudará a disfrutar mucho más nuestra inmersión en el mundo yogui.

Top 10 de los beneficios del Hatha Yoga

El Hatha Yoga tiene beneficios innumerables, pero vamos a intentar sintetizar los más importantes:

  1. Tonifica y fortalece nuestros músculos.
  2. Mejora la capacidad pulmonar
  3. Aumenta el equilibrio y la flexibilidad
  4. Fortalece el sistema inmunológico
  5. Ayuda a aliviar el estrés
  6. Corrige y mejora la postura
  7. Favorece la conexión espiritual con nosotras mismas
  8. Nos enseña a meditar
  9. Nos llena de energía
  10. Nos ayuda a ser más conscientes e intuitivas

¿Son muchos beneficios no? Podríamos ocupar todo el post detallando la multitud de ventajas del Hatha Yoga, pero, sin duda, la mejor forma de comprobarlas es empezando a practicarlo.

Las posturas más populares

Si el Hatha Yoga se conoce como el “yoga de las posturas” es por algo. Las asanas (es decir, posturas) son el eje principal de este tipo de yoga. Una premisa a tener en cuenta cada vez que estemos haciendo una de estas posturas es que lo movimientos deben ser armoniosos, suaves, lentos y relajados. Debemos encontrar el punto en el que esa postura, dentro de su dificultad, se sienta como una posición natural de nuestro cuerpo, como si no fuese un esfuerzo. Así, podemos combinar la asana con el pranayama y alinear la respiración con el movimiento. Esto irá mejorando con la práctica.

Cada una de las posturas del Hatha Yoga tienen beneficios diferentes. Hay posturas más físicas y otras más destinadas a la relajación y a la respiración.

Algunas de las posturas más comunes del Hatha Yoga son:

  • Postura de la montaña o tadasana. Empleada sobre todo para dar pie a otra postura o secuencia. Se realiza de pie. Solo debemos levantar nuestros brazos extendidos y nuestra barbilla, y girar los hombros hacia atrás, con las palmas de las manos mirando hacia dentro. Como si hiciésemos una “V” con nuestros brazos e inhalar.
  • Postura del árbol o vrksasana. Se trata de una postura de equilibrio de nivel básico. Nos pondremos sobre un pie y extenderemos las manos juntas hacia arriba.
  • Postura del guerrero o irabhadrasana.  Estando de pie daremos un paso al frente y flexionaremos la pierna adelantada en 90 grados. Luego colocaremos los brazos estirados hacia arriba o a los lados.
  • Postura del loto o padmasana. Lo que comúnmente hemos podido oír denominar “sentarse como los indios”. Nos sentamos en el suelo y cruzamos las piernas de manera que cada pie quede encima del muslo opuesto. Es la postura más frecuente para la meditación.
  • Postura del niño o balasana. Arrodilladas son sentaremos sobre nuestros talones, posteriormente echaremos el cuerpo hacia delante manteniendo los glúteos sobre los talones. Intentaremos tocar el suelo con nuestra frente y estiramos la espalda exhalando.
  • Postura de la cobra o bhujangasana. Mientras estamos tumbadas boca abajo colocamos las manos en el suelo a la altura de nuestros hombros. Desde ahí, extendemos los brazos y estiramos el cuello y el tronco hacia arriba.

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